La vesícula biliar es un pequeño órgano en forma de pera que se encuentra debajo del hígado. Su función principal es almacenar y concentrar la bilis, un líquido que ayuda a digerir las grasas de los alimentos. Cuando comemos, la vesícula libera bilis hacia el intestino delgado para facilitar la digestión. Aunque se puede vivir sin vesícula, la falta de este órgano puede producir ciertos cambios en la digestión de comidas grasosas.
Sí. Muchas personas tienen cálculos biliares “silenciosos”, que no provocan síntomas y se descubren de forma incidental en un ultrasonido u otros estudios médicos.
El síntoma más característico es el dolor abdominal intenso en la parte superior derecha, que puede irradiar al hombro derecho o la espalda. También son comunes las náuseas, vómitos, distensión abdominal e intolerancia a comidas grasosas. En casos más graves puede presentarse fiebre o color amarillo en la piel y ojos (ictericia).
Algunos factores de riesgo son: Edad mayor a 40 años, sexo femenino, obesidad o sobrepeso, embarazo o tratamientos hormonales, dieta alta en grasas o colesterol, pérdida rápida de peso, antecedentes familiares.
La cirugía es necesaria cuando los cálculos provocan dolor recurrente, inflamación de la vesícula (colecistitis), bloqueo de los conductos biliares, pancreatitis o ictericia. En estos casos la única solución definitiva es la colecistectomía (extirpación de la vesícula biliar).
El procedimiento más común es la colecistectomía laparoscópica, una cirugía mínimamente invasiva que permite menor dolor, cicatrices pequeñas y recuperación más rápida. En casos complejos puede ser necesaria la cirugía abierta.
Antes de la cirugía: evitar comidas muy grasosas y mantener una dieta ligera. Después de la cirugía: iniciar con dieta blanda, hidratarse bien, reincorporar gradualmente alimentos, y limitar comidas con alto contenido de grasa durante las primeras semanas.
Sí, se puede vivir sin vesícula. El hígado sigue produciendo bilis, pero esta pasa directamente al intestino. Algunas personas pueden notar cambios en la digestión de grasas, por lo que se recomienda moderar su consumo al inicio.
El ultrasonido abdominal es el estudio más utilizado y confiable. En algunos casos se complementa con tomografía, resonancia magnética o estudios de laboratorio cuando hay sospecha de complicaciones.
Si una piedra se aloja en los conductos biliares (coledocolitiasis), puede causar dolor intenso, ictericia, infección grave (colangitis) o pancreatitis. Estas complicaciones son urgencias médicas que requieren atención inmediata.
Algunas medidas ayudan a reducir el riesgo:
Mantener un peso saludable.
Evitar dietas extremas o pérdida rápida de peso.
Seguir una alimentación balanceada, rica en fibra y baja en grasas saturadas.
Realizar ejercicio de forma regular.
Evitar ayunos prolongados.
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